EL MÉDANO BLANCO

De Sechura, Distrito de la Provincia y Departamento de Piura.

En el Distrito de Sechura, en el desierto, a unos veinte kilómetros de la población, se encuentra un inmenso médano, que por la blancura de sus arenas le llaman Médano Blanco.

Este es muy alto, nadie puede subirlo, porque dicen que está encantado.

Está rodeado de forraje y cuentan los pastores que habitan por allí, que siempre oían tocar un tamborcito pero que nunca llegó a ser descubierto quien lo tocaba. En el centro del médano, hay corales y cosas de oro, por eso la gente quería subir; y apenas habrían subido cinco a seis metros, comenzaban a hundirse; y como tenían miedo, no continuaban.

Se cuenta que dos señores, yendo por esos lugares, se perdieron del camino. Cuando se dieron cuenta que estaban perdidos ya habían caminado bastante; tenían sed y no encontraban donde tomar agua.

Caminaron más y más, buscando como orientarse. De pronto, vieron un río, se alegraron y se dirigieron a él. Cuando llegaron hicieron beber a sus caballos. Ellos llevaban dos depósitos y también los llenaron de agua. Creían que era el río de Batán, que pasa cerca de Sechura, pero como estaban cansados, se quedaron a descansar y se durmieron. Cuando despertaron, cuál sería su sorpresa al ver que el río era un médano; los depósitos se llenaron de agua estaban llenos de arena. Estaban encantados; este médano era el famoso Médano Blanco, y no sabían cómo llegaron a él.

Dicen que en la época de Semana Santa aparecen varios de esos llamados encantos, junto al Médano; también dicen que aparece, un patito; y creen que éste fue una persona que por curiosa subió al médano y se quedó encantada. Algunas veces el patito aparece en los ríos, transformado en patito de oro, y cuando encuentra alguna persona buena, sale a hablarle, diciéndole que en tal o cual lugar hay un tesoro reservado para él.


EL CERRO DE LA VIEJA Y EL VIEJO

Recogida en Lambayeque, Provincia del Departamento del mismo nombre, por Hilda Merea Canelo, alumna del tercer año de media del Colegio Nacional “Miguel Grau” de Magdalena Nueva, Lima.

Cuentan los antepasados esta leyenda del Cerro de la Vieja y del Viejo que se encuentra en el centro de la carretera de Lambayeque a Motupe.

Dicen que en el cerro vivían un par de viejitos; y un día se les presentó Nuestro Señor Jesucristo en persona, y como tenía sed, les pidió por favor le dieran agua; y los viejos le negaron; y entonces Nuestro Señor Jesucristo, en castigo, los convirtió en cerros. Y dicen que cada año cae una piedra de los cerros y que éstos lanzan sus quejidos.

EL CERRO DE PITURA

Recogida en Pacasmayo, Provincia del Departamento de La Libertad.

En la Provincia de Pacasmayo, hay una hacienda llamada Chafán y cerca de ella existe un cerro llamado Pitura; junto al cerro hay una fuente llamada la Toma Mayor por ser la que reparte el agua a toda la Provincia; esta fuente es muy profunda y en el fondo hay peces de color rojo y plomo.

La leyenda dice que este cerro está encantado, porque todos los años a las seis de la tarde, se oye como si tocaran tambores y pitos. Y cuando la gente oye la música del cerro dice: “Será un buen año”; y también dicen “Se viene agua”. Porque cuando se oye esta música hay abundancia de agua en la fuente; y también se ve que del cerro salen llamas; y por todo esto creen que son espíritus que están buscando salvación y que ellos son los que rondan por el cerro.

Se han hecho visitas a este cerro con el fin de saber quiénes son los que tocan los tambores y pitos pero no se ha visto absolutamente nada.

LA FIESTA DE LOS NEGROS

Recogida en Puerto del Callao.
Cuenta la historia que hace muchos años el famoso Puerto del Callao se extendía hasta la Isla de San Lorenzo, pero que debido a un castigo mandado por Dios, se ha reducido a lo que es.

Dicen que los negros festejaban a un dios desconocido, danzando los bailes más inmorales, que causaba escrúpulos entre los chalacos que lo presenciaban.
Quiso Dios poner fin a esta fiesta escandalosa de los negros, y como para borrar esta falta puso todo su vigor sobre las aguas tranquilas del océano, haciendo que crecieran enormemente las olas, y buscando terreno donde extenderse, taparon inmensas áreas del Puerto, trayendo el espanto y terror de los negros. Estos corrieron a salvar sus vidas, pero todo fue en vano. Nunca más el mar azotó como aquel día.
Sin embargo, todos los años para Semana Santa el mar se embravece, como recordando que en tiempos antiguos estos terrenos no le pertenecían.

EL CERRO HUECO

Recogida en Cañete, Provincia del departamento de Lima.
Cerca de las ruinas de Yucahuasi hay un pueblo, que queda más o menos a diez kilómetros de Cañete; en este lugar hay muchas ruinas que pertenecen al tiempo de los incas.

En este pueblo hay un cerro que tiene una abertura muy grande y profunda, por lo cual le llaman Cerro Hueco.

Cuentan los habitantes del lugar que después del terremoto del año 1904, durante el gobierno de don José Pardo, apareció en el Cerro Hueco un faisán. Después del terremoto, muchas personas habían perdido a sus familiares; entre ellas un señor que había quedado solo. Como un entretenimiento, este señor cazó al faisán, y se lo llevó para tenerlo bajo su cuidado.

Cierta vez se olvidó de darle la comida, y el faisán desapareció; el señor fue en su busca y después de varios días lo volvió a encontrar, y lo criaba con más cuidado. Después de muchos años, un día que el señor descuidó al faisán, este desapareció de nuevo; y por más que el señor lo buscó, no lo volvió a encontrar; sólo halló una de las maravillosas plumas que el pájaro le dejó en el Cerro Hueco.

Los habitantes del valle creen que este animal, tan hermoso, había sido mandado por Dios para que sirviera de compañía a aquel señor que había perdido a toda su familia en el terremoto.

LA HUEGA

Recogida en Ica, capital del Departamento del mismo nombre.

A pocos kilómetros de la ciudad de Ica se encontraba sentada una mujer rubia; con los cabellos hasta la cintura, y mirándose en un espejo, siempre permanecía allí. Cierta vez, un caminante se perdió de su ruta y fue a dar a ese lugar. Fue bajando los cerros hasta llegar a las palmeras donde se quedó contemplando a la mujer; entonces el caminante quiso ir adonde ella estaba, para preguntarle el motivo por el cual se encontraba tan sola en esos lugares; al intentarlo ella se dio cuenta, y como nunca había visto a ninguna persona se asustó y empezó a correr, tal fue el miedo que sintió que se le cayó el espejo que tenía, y del espejo se formó la laguna de La Huega.

LA PAMPA DEL INDIO VIEJO

Recogida en Caravelí, capital de la Provincia del mismo nombre, Departamento de Arequipa.

Voy a contar una historia o leyenda de Caravelí. Esta de La Pampa del Indio Viejo me la contó mi mamá, a ella se la contó mi bisabuelita; así es que no sé de qué tiempo será.

En Caravelí, a un costado del pueblo, como sesgándolo, hay una pampa en la que se encuentran tres cerros: dos de ellos son más grandes y el otro es más pequeño. Cuentan de esta manera su origen: Una vez salieron un indio con su mujer y su hijo a buscar leña por la pampa. Entonces empezaron a bramar los cerros. Es que habían penetrado a una zona sagrada. Los indios sintieron en ruido de los cerros que estaban airados porque esas miserables gentes se habían atrevido a caminar en sus faldas, lo cual era una profanación. La india dijo a su esposo que allí, dentro de esos cerros, había minas riquísimas. Y su esposo dejó escapar por sus labios el deseo de poseer algo de esos inmensos tesoros. Al oír esto, los espíritus de los cerros se enfadaron y convirtieron a los tres indios en tres cerros. El primer cerro es el indio que se quedó sentado chacchando su coca, el otro cerro es la india; dice que tiene la falda más ancha porque la mujer se quedó sentada hilando. El cerro más pequeño es el indiecito, quien por causa de sus padres fue convertido en cerro. Así, tal como fueron a buscar la leña, castigados por su mal deseo, quedaron para siempre en ese lugar. Y cuando suenan las campanas a las doce del día o a las seis de la tarde, dicen que los cerros braman: se quejan los indios de su terrible castigo. Pero cuentan que dentro de ellos existen minas, y ¿de qué les sirve a los indios tener riquezas en sus entrañas si ahora son cerros? Por eso siguen bramando su tristeza. A veces dicen que el Indio Viejo muge como un toro. Esta es la historia de por qué le llaman a ese lugar La Pampa del Indio Viejo.

EL CURA SIN CABEZA

Recogida en Tambo, Distrito de la Provincia de Islay, Departamento de Arequipa.

Hace mucho tiempo que por la imaginación de los habitantes del pueblo de tambo corre la historia de un difunto sacerdote que relacionó su vida con la mezquindad humana, teniendo que penar sus culpas.

Dicen que solía aparecer a las doce de la noche, junto al altar mayor de la capilla, donde él había sido capellán; pero era curiosa y fantástica su aparición, puesto que lo hacía sin su cabeza.

A la media noche, todo el que pasaba, veía las luces encendidas, y llevados por la curiosidad atisbaban el altar; y pasmábanse al ver “el cura sin cabeza”, como le llamaban.

Cuentan que un día, después de la debida ceremonia, se cerraron las puertas de la capilla, desalojando la sala; un joven que se había dormido quedó aprisionado en el pequeño templo, y cuando despertó temió de su situación: encerrado y con velas encendidas misteriosamente. Empezó a llamar a gritos y a golpes, siendo vanos sus llamados a tan altas horas.

¡Cuál no sería su asombro al ver aparecer en el altar una figura! ¡El cura sin cabeza! Sus piernas flaqueaban, y ya desmayaba, cuando el famoso cura le hace un gesto, llamándole. Y escuchó una voz que le decía que se acercase, que no temiera, que él sólo quería celebrar una misa y que para esto necesitaba quien le escuchase; y le rogaba que él fuera su oyente. Enmudecido de espanto el joven determina arrodillarse y atenerse a las circunstancias. Se celebró una misa. Se apagaron las luces; y desapareció para siempre ese fantasma de la capilla. El joven salió disparado hacia la puerta, todavía cerrada. Se estrelló y cayó desmayado.


EL FÉRETRO AMBULANTE

Recogida en Ayaviri, capital de la Provincia de Melgar, Departamento de Puno.

En Ayaviri, cuando las noches no eran alumbradas por lámparas y aún no se había instalado la luz eléctrica, y la luna era la única que alumbraba las calles, la gente salía solamente en las noches que había luna.

Contaban los noctámbulos que, en ese tiempo, pasadas las doce de la noche, el féretro que se guardaba en la iglesia, y que era un rústico ataúd de palos, en el que se llevaba los restos de todos los pobres que no podían costearse el cajón; ese féretro salía de noche a recorrer las calles, produciendo un ruido macabro, como de osamenta que se tumba y se levanta. Cuenta un vecino antiguo, que al tener noticia de esta leyenda, se aventuró a subir a la torre de la iglesia, para comprobar si era efectivamente cierta la historia que el féretro salía en las noches de luna; y observó que pasadas las doce de la noche, crujió el féretro dando tumbos; y se dirigió al centro de la plaza. Movido por el susto, el hombre tocó la campana y fue entonces cuando el féretro precipitadamente regresó a la iglesia; al poco rato nuevamente salió el féretro y avanzó hasta la esquina opuesta de la plaza; el observador tocó la campana, y el féretro nuevamente regresó al templo.

Por tercera vez volvió a salir el féretro; y entonces, el observador quiso percatarse hacia qué lugar se dirigía; y con gran asombro vio que el féretro doblaba una de las calles y entraba en la casa de una familia apellidada Bustinza; y que de ésta salió conducido por cuatro hombres vestidos de negro, que llevaban cuatro velas encendidas; y traían un cadáver. El observador se retiró tembloroso y estupefacto. Y a los ocho días murió un miembro de dicha familia. Por esto ha quedado la tradición que ocho días antes que fallezca un vecino, el féretro se anticipa.

LA CAMPANA MARÍA ANGOLA DEL CUZCO

Recogida en Anta, capital de la Provincia del mismo nombre, Departamento del Cuzco.

La famosa campana denominada María Angola, que actualmente se halla en la torre de la Catedral del Cuzco, tuvo un hermano llamado Mariano. Ambos vinieron volando por el espacio, cada cual con una cadena de oro, previa apuesta: quien llegase primero a la milenaria ciudad y lograra colgarse en la torre de la Catedral, debía tocar para anunciar su triunfo. Así fue que, emprendiendo el vuelo juntos, María Angola ganó a Mariano, dejando oír por primera vez su potente voz en la Capital de los Incas; entonces, Mariano, que recién se encontraba a la altura de la laguna de Huaypo, escuchó la voz de su hermana, avergonzase profundamente de ser menos que ella y, desesperado, se arrojó violentamente a las aguas de dicha laguna, haciendo crujir su cadena de oro. Y dicen, que en cada luna nueva o cuarto menguante, sale al camino la hermosa campana de brillantes reflejos, y que cuando algún transeúnte se aproxima, vuelve a arrojarse a la laguna.

PITUSIRA

Recogida en Calca, capital de la Provincia del mismo nombre, Departamento del Cuzco.

Cuentan que en los tiempos del famoso Imperio de los Incas existía en la ciudad de Calca, que antes se llamaba Callca, un señor altivo, orgulloso y noble; este hombre se hacía llamar Orcco Huaranca, y su fama de conquistador y guerrero era conocida por toda la comarca. Un día, después de sus acostumbradas correrías, trajo consigo a una niña, fruto de unos amores que él había ocultado. Llamó a la niña Pitusira. Pasaron los años y Pitusira se transformó en una hermosa doncella; era la Diosa de Orcco Huaranca, quien la hacía cuidar con 100 doncellas y resguardar con 500 guerreros.

Sahuasiray y Ritisiray se habían enamorado de la bella Pitusira. Ambos rivales, un día se presentaron ante Orcco Huaranca, solicitando la mano de Pitusira. Entonces el gran cacique les dijo: “concederé la mano de la bella Pitusira a quien de vosotros haga llegar el agua hasta mi propiedad”.

Ritisiray había conquistado el corazón de Pitusira; pero ambos tuvieron que llevar a cabo su audaz empresa. Sahuasiray construyó una represa en una alta montaña, en donde había una laguna (esta represa hasta ahora existe, siendo una maravillosa obra de ingeniería).
Ritisiray hizo llegar el agua por las faldas de una montaña que por su forma la llaman “Corazón”. Sahuasiray salió triunfando, al lograr traer el agua desde las alturas hasta las tierras de Orcco Huaranca.

Pitusira se casó con el orgulloso Sahuasiray. Ritisiray asistió a la boda con el corazón destrozado, y en su cerebro imaginaba horrorosos pensamientos. Una noche tempestuosa, en que la furia de los truenos azotaba Callca, Pitusira huyó a las alturas en busca de su amado, luego de encontrarse, subieron muy arriba, a la cordillera; pero Dios quiso castigarlos y convirtió a Pitusira en un monolito de piedra junto con su amado Ritisiray. Desde entonces es que ese cerro permanece siempre nevado y siempre frío.

AYAHUARCO

Recogida en Huanta, capital de la Provincia del mismo nombre, Departamento de Ayacucho.

En el camino de Ayacucho a Huanta, junto a Huamanguilla, hay un lugar que tiene dos cerros inmensos; en medio de esos cerros se ve un abismo, que solamente contemplarlo causa un miedo horrible. Este lugar se llama Ayahuarco, que en castellano significa “lugar donde se cuelgan los muertos”. Hay una leyenda acerca de ese sitio, y dice así: que en tiempos remotos iban dos viajeros que llevaban dinero; uno de ellos, que era ambicioso, por quedarse con el dinero, en el momento en que pasaban por este sitio, en un descuido empujó a su compañero al abismo, pero apenas había andado unas cuantas leguas murió misteriosamente.

Dicen que todas las noches, la gente que vive en las alturas, ven en Ayahuarco un hombre colgado de una inmensa cadena que sale de ambos cerros; el hombre se lamenta toda la noche y al amanecer desaparece. Dicen que ese hombre es aquel que empujó al otro, y que está condenado, y que los diablos lo cuelgan todas las noches.

EL CERRO DE OYOCCO

Recogida en Acostambo, Provincia de Tayacaja, Departamento de Huancavelica.

Vivían cerca del cerro de Oyocco una mujer y sus dos hijos. Llegada la época de la siembra ella mandó a éstos a la chacra con el fin que sembraran maíz; ellos tuvieron pereza de hacerlo y regresaron a su casa dejando abandonada la semilla en la chacra.

Al día siguiente volvieron a su chacra llevando más semillas, pero los ociosos en lugar de proceder a sembrarlas tostaron una parte del maíz y el resto lo vendieron. Al cabo de dos días regresaron otra vez a la chacra con semillas de papa, también para sembrarlas, pero no lo hicieron, comiéndose las papas en una pachamanca. Al retornar a su casa dijeron a su madre: “Hemos terminado ya de sembrar, pero tenemos hambre y queremos comer carne”. La madre les respondió: “Córtenme pues la pierna y cómansela”. Así lo hicieron los mozos. Pero, cuando acababan de comer la carne de la madre, de repente, se produjo un fuerte viento, con una gran polvareda rojiza, que sacó a aquellos de la casa y los estrelló en el cerro Oyocco, donde actualmente se ven las figuras de dos caras humanas, que al decir de la gente son de los dos mozos perversos.

ATOGHUARCO

Recogida de Huariaca, Distrito de la Provincia de Pasco, Departamento del mismo nombre.

A toghuarco es un sitio peligroso, donde la carretera hace un doble recodo, al entrar y salir del puente de madera tendido sobre el río, que es un anticipo del caudaloso Huallaga que corre tumultuoso entre las rocas altísimas, cortadas a pico. Si el viajero levanta la vista hacia una de estas rocas verá, en lo más alto de ella, la figura perfecta de un zorro colgado del cuello, como si un escultor milagroso la hubiera tallado en la dura piedra.

Si pregunta por el origen de esta figura le contarán esta historia:

Un día llegó al pueblecito de pastores un ser extraño, blanco, rubio, grande un “Gringo”.

Nadie supo de donde venía, sabían sí, que se dedicaba a robar gallinas y los más tiernos carneritos para alimentarse; y que vivía en una cueva cercana. El terror cundió entre los pobladores y lo llamaban Atog (zorro). Entre las mozas pastoras la más linda era la Mariacha: joven, alegre y bonita; siendo también la que más temía a Atog que la perseguía.

Una tarde, de vuelta al pastoreo, en una senda estrecha, cuando menos se lo imaginaba, se topó de improviso con el Gringo. Llena de miedo, echó a correr sin rumbo; y al ver que el Gringo la seguía, loca de terror, se desvió del camino, hasta dar con el abismo. Miró hacia atrás; el Atog sudoroso, con las facciones alteradas por el esfuerzo, y gozoso al ver su presa acorralada, se alegraba; no habría escapatoria; ella iba a caer en sus manos; y la pastora no lo pensó mas, con un grito terrible, que se confundió con el silbido del viento, se dejó caer al abismo en el momento preciso en que el Gringo la iba a agarrar. Este también perdió el equilibrio y resbaló hacia el abismo, quedando colgado del cuello en las zarzas que allí crecían. Conforme pasaba el tiempo se sentía transformarse en un zorro que lentamente se petrificaba, mientras abajo, en el río, flotaban las multicolores prendas de vestir de la Mariacha, la moza más linda entre las pastoras del pueblecito.

LA PIEDRA QUE CURA EL MAL DE CORAZÓN

Recogida en Succha, Provincia de Aija, Departamento de Ancash.

En las alturas del pueblo de Huacllán, en el lugar denominado Hualla, habitaba la tribu de los indios huallas, que eran muy laboriosos. El curaca de la tribu tenía una hija muy hermosa llamada Ninfa, quien contrajo matrimonio con un hombre de mala fisonomía, al que, a pesar de ese defecto, quería con amor puro y santo. Este matrimonio no fue del agrado de su padre, el Curaca, quien, secretamente, hizo envenenar a su hijo político.

Ninfa, por disipar sus penas, se dirigió a la Costa, pero apenas había recorrido tres kilómetros, a la altura de Cuta-Cocha, en las inmediaciones de la parte superior de Huacllán, le dio el mal de corazón, porque sentía mucho la muerte inesperada de su esposo. No pudo continuar el viaje, se quedó en ese sitio, donde hizo construir su casa.

Uno de los Incas, al hacer su recorrido por esos lugares, llegó a la casa de Ninfa y ella, con el corazón adolorido, le contó lo que padecía y la causa de su mal. El inca, que era muy generoso, al ver su rostro angelical, le ofreció mandar traer una piedra de la ciudad de Quito para que tomara un pedacito de ella en infusión y sanase del “Shonco-nané” (mal o dolor de corazón). En efecto, así lo hizo. La piedra fue colocada junto a la casa de Ninfa, quien cada vez que le dolía el corazón tomaba en infusión un pedacito de ella, así como repartía entre las personas que sufrían de ese mal.

Dicha piedra aún existe en ese lugar. Pero año tras año se va achicando, porque la gente que conoce la virtud que encierra, se llevan siempre un pedacito de ella.

LA PAMPA DE LA CULEBRA

Recogida en Cajamarca, Capital del Departamento del mismo nombre.

En el camino que va de Cajamarca a Celendín hay una inmensa pampa en la cual existe un muro de forma cilíndrica que se extiende a lo largo de ella; el muro tiene la forma exacta de una culebra, quedando la cabeza en dirección opuesta al camino.

Acerca de este muro cuentan que, en el tiempo del Imperio Incaico, venía a Cajamarca una inmensa culebra, arrasando todo lo que encontraba a su paso; y que en sus tantas correrías llegó hasta esta pampa donde, por gracia de Dios, le cayó un rayo, y la gran culebra quedó muerta. Con el transcurso del tiempo su cuerpo fue convirtiéndose en polvo que se endureció, conservando el monstruo su forma. Y es así como en la actualidad ese largo montículo de tierra tiene la forma exacta de una culebra; y la pampa donde se encuentra se llama “La Pampa de la Culebra”.


EL PUEBLO DE HUASTA

Recogida en Moyobamba, capital de la Provincia del mismo nombre, Departamento de San Martín.

Se cuenta que en la margen derecha del río Huasta afluente del Mayo, cerca de su origen y hacia la izquierda, había un pueblo con el nombre del mencionado río. A este pueblo venía el Cura de Olleros a celebrar misa y otras ceremonias propias de su misión; el cura hacía viaje siempre en un día, ida y vuelta, a pesar de lo muy accidentado y escarpado del camino.

Con el transcurso del tiempo el pueblo de Huasta llegó a corromperse, a tal extremo, que irritó la cólera divina; resolviendo Dios castigarlo convirtiéndolo en laguna.

De un momento a otro apareció en el pueblo el demonio bajo la figura del cura que venía de Olleros. Cuando el niño que servía de sacristán, levantó la casulla del cura, en el instante en que hacía la primera genuflexión de la misa, vio que éste tenía rabo; el niño lanzó un grito, lleno de espanto, y el diablo desapareció violentamente, en medio de humo y fuerte olor a azufre; y el pueblo se convirtió en laguna.

Muchos años después, un brujo llamado Agapito Vargas, acompañado de su amigo Felipe Pinedo, fue a ese pueblo, encontrando solo una laguna, donde, hacia la derecha, vieron sobre la cumbre de una colina próxima, a un Cristo, de cuyo pie manaba agua amarilla, que era oro; uno de ellos recogió un poco del agua, y emprendieron enseguida el regreso, pero en el trayecto se desencadenó una tempestad que puso en peligro sus vidas; dándose cuenta ellos que la causa de la tempestad era el oro que llevaban, lo arrojaron al suelo y calmó el tiempo como por encanto.

Los caminantes prosiguieron su viaje, llegando al recodo del río donde habían dejado su canoa. Bajaron rumbo a Moyobamba; allí dieron cuenta de lo acontecido a las autoridades. La noticia se extendió por toda la población.

Las autoridades enviaron una comisión para constatar el hecho. Los hombres que formaban la comisión buscaron el lugar y no lo encontraron, pues ésta había desaparecido misteriosamente.

CACHIHUAÑUSCA

Recogida en Yurimaguas, capital de la Provincia del Alto Amazonas, Departamento de Loreto.

A las orillas del río Huallaga, abajo del fundo Santa Rosa, hay una colina. Cuentan los moradores de esa zona que todas las alturas que existen allí eran cerros de sal piedra, de donde extraían dicho producto para su consumo.

Vivía en esa zona un brujo temible llamado Camahuari.
Una epidemia de viruela asomó por primera vez al lugar, y lo asoló. Los pocos habitantes que quedaron atribuyeron al brujo Camahuari esa enfermedad y juraron vengarse matándolo. Capturaron al brujo y le sometieron a toda clase de tormentos y ya por agonizar el brujo les lanzó esta maldición: “Cunanmanta pacha manan tiapushunquichu cachita” (Desde hoy no tendréis jamás sal), y expiró.

Días después, cuando les faltó este artículo, fueron por él y encontraron los cerros de sal convertidos en cerros de yeso y exclamaron: “cachitani huañushca” (la sal ha muerto). Y desde entonces esa colina de la orilla del río Huallaga se llama Cachihuañushca, sal muerta.

LA GARZA BLANCA

Recogida en la Provincia de Ucayali, Departamento de Loreto.

En un afluente del río Ucayali vivía un modesto matrimonio que tenía una hija y dos hijos. Blanca, que así se llamaba la hijita, usaba siempre vestido blanco y era muy hacendosa; por eso su madre la quería mucho; además tenía la particularidad de comer cualquier pescado con mucha facilidad, por más espinoso que fuera éste.

Sus hermanos llegaron a odiarla tanto, de tal manera que, de común acuerdo y sin el menor escrúpulo, decidieron su perdición; entre los dos buscaron un brujo a fin que la convirtiese en ave.

En efecto, el brujo aprovechando una noche oscura, convirtió a la muchacha en una hermosa garza blanca -color de su vestido- y la condenó a vivir en las orillas de los lagos y ríos, alimentándose sólo de peces.

Los indios chamas de la región del Ucayali tienen mucha fe en esta leyenda pues, cuando pasa una garza blanca por encima de sus chozas haciendo oír su característico grito de “cau cau cau cau”, obligan a los niños a tragar inmediatamente su saliva, a fin que en los sucesivo no se atoren al comer pescado, aun cuando por la noche tuvieran que comer sardinas o chambiras, que son los pescados más espinosos. Y dicen que ésta es la razón por la que nuestros indios comen con gran facilidad el pescado.

CURI-YACU

Recogida de Del Castillo, en la Provincia de San Martín, Departamento del mismo nombre.

Juan Antonio Pinedo Panduro era un honrado agricultor, que en su juventud se dedicó mucho a la caza. Una mañana pidió permiso a su mamá para ir en busca de venados; y luego que ella le puso en el morral una media docena de huevos cocidos y un par de plátanos maduros, partió hacia el riachuelo Cumbaza y siguió aguas arriba hasta llegar a la cabecera de dicho riachuelo, en donde desembocan algunos otros riachuelos. De pronto vio en las aguas de uno de ellos unos shitaritos dorados y con el ansia de cogerlos los iba siguiendo, pero los pececillos como si adivinaran la intención del joven se escabullían, dirigiéndose a una poza de agua oscura. Pinedo descubrió, con sorpresa, tendido en la orilla de esta poza un enorme toro negro y brillante, que babeaba algo de color amarillo.

Y sobreponiéndose a la fuerte impresión que tuvo, se propuso investigar de cerca. El toro permanecía en el mismo estado y en el mismo sitio; se dio cuenta que en el lugar donde caía la baba del animal habían unas pepitas de oro de pura ley. Contento con este hallazgo, resolvió regresar a su casa. Pero no bien había caminado una cuadra, se produjo un viento terrible, con truenos y relámpagos, impidiéndole seguir adelante. Pinedo, al ver que era imposible continuar caminando, pues ya todo se ponía oscuro, optó por sacar del bolsillo las pepitas de oro y echarlas al riachuelo; inmediatamente y como por encanto cesó la tempestad y el cazador pudo llegar a su pueblo. Pinedo contó lo sucedido a un viejecito; éste le dijo: “En cuanto recogiste las pepitas de oro, has debido darte un corte en cualquier parte de tu cuerpo; y hubieras hecho una cruz con tu sangre sobre las pepitas para desencantarlas”.

El viejecito y Pinedo fueron al riachuelo, pero ni los peces dorados ni el toro dieron señales de vida; habían desaparecido y sólo encontraron el riachuelo que hoy lleva el nombre de Curi-Yacu o sea “Río de Oro”.

LEYENDA DEL APU PARIACACA

La Leyenda del Gran Dios de Los Andes YAWAR FIESTA

domingo, 1 de agosto de 2010